Los ácidos grasos Omega 3 y los Omega 6 comparten su vía metabólica, es decir, los dos utilizan las mismas enzimas para transformarse en otros ácidos grasos más poliinsaturados.
La dieta occidental actual es mucho más rica en ácidos grasos Omega 6 que en ácidos grasos Omega 3.
Esto genera un desequilibrio entre los metabolitos producidos por la vía Omega 6 (proiinflamatorios) y los de la vía Omega 3 (antiinflamatorios), creándose una situación poco beneficiosa para la salud: la inflamación crónica de bajo grado.
Esta inflamación “silenciosa” es la base de muchas enfermedades crónicas como las cardiovasculares, neurológicas, osteomusculares e incluso la obesidad.
Los ácidos Omega 3 EPA y DHA:
Tienen una acción antiinflamatoria.
Mejoran el funcionamiento y la comunicación de las neuronas, la concentración y la memoria.
Son nutrientes estructurales básicos en el cerebro y la retina.
Favorecen la óptima comunicación celular gracias a la mayor fluidez de las membranas celulares.
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