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Genética vrs Epigenética

















Dentro de las células encontramos unas largas y compactas moléculas, el ADN, productoras de todas las proteínas que necesitamos.


Las proteínas son unas moléculas básicas indispensables para la vida y necesarias para todos los órganos del organismo y que regulan las reacciones químicas celulares y, al mismo tiempo, son una unidad de estructura de tejidos, hormonas, anticuerpos, enzimas…


La fabricación de proteínas se realiza utilizando las instrucciones (información genética) de los genes, los cuales se expresan (se activan) y la célula lee estas instrucciones y fabrica la proteína correspondiente.


Aunque todas las células contienen el ADN con la información de todas las proteínas (genoma), únicamente fabrica las correspondientes al tejido al cual pertenece.


El genoma, fijo y heredable, es el conjunto de todos los genes, es decir, la totalidad de las instrucciones para la fabricación de proteínas.


Esta información genética puede presentar instrucciones erróneas en algún gen/es. La célula, al leer esta información errónea, puede fabricar una proteína alterada, una cantidad anormal (superior o inferior), o bien, no poder fabricarla. Es aquí cuando hablamos de predisposición genética a una patología.


Hablamos de predisposición genética a desarrollar una patología y esto quiere decir que hay unos factores que pueden activar o desactivar estos genes con mayor o menor intensidad.


Es la epigenética, un conjunto de moléculas que influyen en la activación genética. Como el genoma, el epigenoma es heredable pero no fijo. Factores externos son los responsables de la variación de estas instrucciones epigenéticas.


Podemos tener genes con información incorrecta que nos predisponen a alguna patología pero esto no quiere decir que la desarrollemos.


Para que esta enfermedad se manifieste es necesario que las moléculas epigenéticas se activen o se desactiven (dependiendo de los casos).


Hay muchos factores externos que pueden influenciar en las instrucciones epigenéticas: la falta de micronutrientes, la toxicidad, la radiación, la nutrición, la actividad física inadecuada, el estrés, la falta de descanso…


Es decir, el estilo de vida determina el estilo epigenético y, por tanto, la mejor expresión genética y la fabricación de proteínas.


Por tanto, aún teniendo predisposición genética para desarrollar una enfermedad, podemos evitar su manifestación, un mejor control si se ha manifestado y evitar que esta predisposición a nuestros descendientes.

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