Recordar experiencias pasadas a través de los olores es mucho más efectivo, en comparación con los estímulos captados por otros sentidos, como las imágenes o sonidos.
Los olores (a diferencia de los sonidos, imágenes o el tacto) se envían a través de su bulbo olfativo, que es la región de su cerebro que analiza el olfato.
Esta región se encuentra estrechamente conectada con la amígdala y el hipocampo, las cuales son regiones cerebrales que manejan la memoria y las emociones.
A veces pasa que le llega el olor a pastel, pegamento escolar… y, de repente, se ve inmerso en una oleada de recuerdos vívidos que casi siempre son de su infancia
¿Qué tendrán los olores como para que nos evoquen recuerdos tan fuertes y reales que se sienten como si nos hubieran transportado en el tiempo?
A esto se le conoce como “recuerdos autobiográficos evocados por el olor” o fenómeno de Proust, en honor al escritor francés Marcel Proust.
En su famosa novela En busca del tiempo perdido, el narrador sumerge una galleta en una taza de té y se transporta en el tiempo a medida que los recuerdos olvidados de su infancia regresan a su mente.
Tal y como lo señala Psychology Today:
“Es curioso cómo la información visual, auditiva (sonidos) y táctil no pasa a través de estas áreas cerebrales. Esta puede ser la razón por la cual el sentido del olfato, más que cualquier otro sentido, es tan exitoso en lo que respecta a evocar emociones y recuerdos”.
Comments